El pasado 24 de enero fueron anunciadas las nominaciones de la entrega número 84 de los premios Óscar, los galardones más codiciados de la industria del cine. Aunque toda la atención se centró en las cintas con más candidaturas, para muchos pasó desapercibido un nuevo récord. El compositor John Williams, quien cumplió 80 años el 8 de febrero, fue nominado por sus dos trabajos más recientes, Caballo de Guerra y Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio. Con estas dos candidaturas, el neoyorquino se convirtió en la persona viva que más veces ha sido nominada a un premio de la Academia, pues acumula hasta la fecha 47.
Williams es un referente obligado del mundo de las bandas sonoras. Sus recordadas y clásicas creaciones lo han convertido en uno de los más grandes compositores de la historia de la música para cine y es considerado por muchos como el mejor de todos los tiempos. Con motivo de su cumpleaños número 80, dedicamos un ciclo de cuatro programas a hacer un recorrido por su exitosa y prolífica carrera, que abarca medio siglo y sigue vigente.
John Towner Williams nació en Flushing, un barrio de la zona norte de Queens, en Nueva York. Por influencia de su padre, John, quien era percusionista en un quinteto de jazz (Raymond Scott Quintet) se interesó desde niño por la música e inició sus estudios de piano a los siete años. Cuando tenía 16 se mudó junto a su familia a Los Ángeles y luego de terminar su bachillerato ingresó a estudiar música en la Universidad de California, donde recibió clases privadas del compositor Mario Castelnuovo-Tedesco.
Posteriormente, el joven Williams ingresó a la Fuerza Aérea para prestar servicio militar y durante sus tres años en las tropas dirigió e hizo arreglos de música para la banda de la armada. En 1955 regresó a su natal Nueva York e ingresó al Julliard School of Music, donde estudió piano con Rosina Lhévinne, una pianista soviética. Mientras estudiaba, Williams era pianista en bandas de jazz en clubes neoyorquinos. Pero su destino era Los Ángeles, más específicamente Hollywood, donde llegó a finales de los años 50 para trabajar en orquestaciones de música para cine.
Allí conoció a grandes compositores de la época como Franz Waxman, Alfred Newman, Bernard Herrmann, Henry Mancini, Elmer Bernstein y a su contemporáneo Jerry Goldsmith. Con ellos aprendió y sirvió como colaborador al tocar el piano en varias bandas sonoras. Durante los años 60, se inició de lleno en la composición y trabajó en películas de bajo presupuesto como Los matadores, Cómo robar un millón, Penélope y El Valle de las Muñecas, trabajo por el cual recibió su primera nominación en los premios Óscar, en la categoría de Mejor Banda Sonora Adaptada. También compuso música para varias series televisivas, entre ellas Perdidos en el espacio, La Isla de Gilligan, El Túnel del Tiempo, Tierra de Gigantes, The Ghostbreaker y Heidi. Como dato curioso, durante los años 60 el nombre artístico de Williams era Johnny, aunque después lo cambió por su nombre natural, John.
Uno de los trabajos más conocidos de la primera etapa de su carrera fue el que realizó para la película Los Bribones, cinta del director Myke Rydell, basada en la novela The Reivers del escritor William Faulkner. La historia narra las andanzas de un joven del sur del Mississippi llamado Boon Hoggenbeck, encarnado por Steve McQueen. Williams fue nominado por este trabajo, estrenado en 1969, en la categoría de Mejor Banda Sonora Original. Para dicho trabajo, el compositor partió de la música tradicional folclórica del sur de Estados Unidos y la complementó con temas dinámicos y alegres.
Un año después, Williams compuso la banda sonora original de Jane Eyre, película para televisión basada en la novela homónima de Charlotte Brönte, escritora y poeta británica del siglo XIX. Estrenada en 1970, protagonizada por George C. Scott y la recientemente fallecida actriz británica Susannah York, la música de Jane Eyre es sumamente romántica y su emotivo y poderoso tema principal, que identifica a la protagonista, fue desarrollado y versionado dentro de la partitura. John Williams obtuvo el segundo premio Emmy de su carrera por esta creación.
La década de los 60 significó el inicio de la carrera de Williams como compositor y los críticos pudieron darse cuenta del talento que tenía, pues su versatilidad era evidente. En las bandas sonoras que compuso había cortes sinfónicos, jazzísticos, folclóricos y en algunos casos también incorporó sonidos de la música pop de la época. Pero la consagración del estadounidense se dio en los años 70.
En 1971, Williams adaptó la música de Fiddler on the roof o El violinista en el tejado, uno de los musicales más exitosos en la historia de Broadway. El director canadiense Norman Jewison realizó la versión cinematográfica de esta obra teatral, basada en Las hijas de Tevye, novela del escritor ruso Sholom Aleichem. La historia se desarrolla en la Rusia de principios del siglo XX, la cual estaba todavía bajo el dominio de los zares. El protagonista, encarnado por el actor israelí Chaim Topol, es un humilde y divertido lechero de origen judío que está decidido a casar a sus tres hijas.
La música original del musical fue obra de Jerry Bock y las letras de las canciones de Sheldon Harnick. John Williams se encargó de adaptar los temas y creó unos propios. En la película el sonido del violín, que fue interpretado por el reconocido intérprete Isaac Stern, es una metáfora de la inestable vida de las comunidades judías que estaban radicadas en Rusia. Dentro de la partitura abundan temas con influencias de música hebrea y rusa. Este trabajo significó el primer Óscar en la carrera de Williams, en la categoría de Mejor Adaptación de Banda Sonora de Canciones.
Un año después, en 1972, Williams compuso la música original de la película Imágenes, un thriller psicológico del director Robert Altman, protagonizado por Susannah Yorke, quien interpreta a Cathryn, una mujer desesperada que vive un infierno por cuenta de pesadillas y sueños que la atormentan. Yorke obtuvo el galardón a Mejor Actriz del Festival de Cannes y la película fue nominada a la Palma de Oro. Williams ha declarado que su trabajo en Imágenes fue uno de sus primeros grandes retos, pues debió acompañar el terror y lo onírico que domina la historia con su música. Para ello, recurrió a una partitura densa y críptica, dominada por atonalidades. Dentro de esta banda sonora aparece el compositor, teclista y percusionista japonés Stomu Yamashta, quien interpretó los solos de percusión.
Esta banda sonora le valió una nominación más en los premios Óscar a Williams, quien también fue candidato por su trabajo en Las aventuras del Poseidón, una producción de Irwin Allen, quien durante los años 70 recibió el sobrenombre de “The Master of Disaster”, haciendo referencia a sus exitosas producciones en el género del cine de catástrofes, es decir, películas cuya temática central son los desastres naturales. Williams conoció a Allen en los años 60, cuando trabajó en producciones televisivas, y fue contactado por él para trabajar en Las aventuras del Poseidón e Infierno en la torre, dos cintas del género de catástrofes muy taquilleras que le dieron reconocimiento a Williams, quien obtuvo el premio BAFTA por la partitura original de Infierno en la torre, cinta estrenada en 1974 y protagonizada por Steve McQueen y Paul Newman.
En ese mismo año, el neoyorquino compuso la música para Terremoto, otra película del susodicho género. Esa producción dirigida por Mark Robson y protagonizada por Charlton Heston, marcó un hito en su momento, pues en los teatros fue utilizado el Sensurround para amplificar el sonido del filme, especialmente en las escenas en que sucedía el terremoto. Williams utilizó la misma fórmula que en las otras producciones: música enérgica. Aunque a diferencia de Infierno en la torre, por ejemplo, la partitura no fue meramente sinfónica sino que incluyó melodías típicas de los años 70.
En 1975 se estrenó Licencia para matar, cuarto largometraje dirigido por Clint Eastwood, quien encarnó al protagonista de este filme, Jonathan Hemlock, un montañista y profesor de bellas artes que trabaja como asesino a sueldo y cobra sus trabajos con cuadros de colección. A pesar de que la película no tuvo mucho acogida por parte del público y de la crítica, John Williams creó una partitura destacada para acompañar la acción del filme. En el trabajo dejó ver nuevamente sus cualidades y versatilidad para la composición de música para cine al hacer una cuidadosa mezcla de pop, jazz y música sinfónica.
Esta banda sonora, sin embargo, no es muy recordada porque se estrenó un mes antes de Tiburón, el primer gran clásico de Williams quien se inmortalizó con esta creación para el que se convirtió en su socio inseparable, el director Steven Spielberg. El neoyorquino había trabajado con Spielberg un año atrás en la película Loca Evasión, pero Tiburón catapultó la carrera de ambos a la fama internacional.
La historia de un tiburón blanco que ataca a varios turistas de Amity, una población costera del estado de Nueva Inglaterra, al noreste de Estados Unidos, y tres hombres que se unen para matarlo, fue basada en la novela del escritor Peter Benchley, un bestseller publicado en 1974. Spielberg quiso llevarlo al cine, pero estaba lejos de imaginarse el fenómeno cultural que provocó la película en todo el mundo. El filme marcó un hito en la historia del cine de Hollywood, pues nunca antes una película había obtenido tanto éxito en taquilla y publicidad.
Spielberg afirmó en varias ocasiones que el 50 por ciento del éxito de la película se lo debe a la música creada por John Williams, pues sin ese elemento no hubiera tenido el mismo efecto en las audiencias. El director no quería mostrar mucho al animal, por eso la música fue un elemento fundamental para identificarlo y referenciarlo. Williams partió de un tema simple de dos notas, mi y fa, que va progresando e identifica a modo de leitmotif al protagonista de la película, el tiburón. De esa forma, así el personaje no esté de cuerpo presente, el motivo anuncia su presencia. Por eso, en una escena en la que varios personajes de la película se asustan porque ven una aleta acercándose en el agua pero es en realidad de juguete, no hay música en la secuencia.
Fue así como Williams creó una partitura magistral, cinematográfica en todo el sentido de la palabra. Su música tiene elementos de composiciones de Stravinsky y Bernard Herrmann. De hecho, existe un contraste dentro de la partitura que engrandece al tiburón y ridiculiza a los humanos. La música aplicada para las escenas que se desarrollan en el mar es culta y refinada, mientras que la de los exteriores es burlesca y divertida. Spielberg quería mostrar a este animal como una criatura inteligente y gracias a su excelente trabajo en dirección y estos detalles desarrollados a través de la música por Williams, lo logró. No en vano, la cinta fue nominada en múltiples categorías y el neoyorquino obtuvo todos los galardones por su genial creación, el Óscar, Globo de Oro, BAFTA y Grammy.
El período más exitoso de la carrera de Williams vino tiempo después de Tiburón. Este tuvo una duración de tan solo 5 años, entre 1977 y 1982. Durante ese lustro, el compositor obtuvo 13 premios Grammy, dos estatuillas en los Óscar, dos Globos de Oro y tres premios BAFTA, además de múltiples nominaciones. Fue en esa época en la que el neoyorquino creó sus obras más célebres, y con ello conquistó a chicos y grandes que empezaron a interesarse por la música para cine.
Por recomendación de Steven Spielberg, John Williams fue contactado por George Lucas para que musicalizara la primera película de Star Wars o La Guerra de las Galaxias, saga de seis filmes. El compositor escribió una partitura inspirada en el romanticismo tardío del siglo XIX y retomó elementos desarrollados por grandes compositores de bandas sonoras de la era dorada de Hollywood. La banda sonora fue elegida entre 400 como la mejor de la historia por el American Film Institute (AFI) en 2005.
Lucas quiso que la música de esta producción fuera familiar para los asistentes, de tal forma que ese elemento contrastara con la historia que se desarrolla en el espacio. El resultado fue magnífico y Williams grabó esta majestuosa obra junto a la prestigiosa Orquesta Sinfónica de Londres, con el reconocido trompetista principal Maurice Murphy, quien lideró la interpretación de esta partitura en la que sobresalen los metales.
Dicha banda sonora marcó un hito en la historia del cine y su melodía es quizás una de las más famosas entre el público. Williams recibió todos los elogios y se llevó, al igual que dos años atrás con Tiburón, los grandes premios: Óscar, Globo de Oro, BAFTA y Grammy. Debido al éxito obtenido, el neoyorquino firmó y compuso la música de las otras cinco películas que se hicieron sobre la saga.
En ese mismo 1977, año en que se estrenó Star Wars, llegó a las salas de cine la película Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, una cinta de ciencia ficción de Steven Spielberg, quien desde niño tuvo encanto por los extraterrestres. Aunque no es tan recordada como Star Wars, la banda sonora que compuso John Williams para esta producción es uno de sus mejores trabajos.
Normalmente, cuando un compositor es contratado para trabajar en una película, habla con el director y este le comenta lo que necesita para la historia. Luego de saber la idea general, e inclusive en la mayoría de los casos, después de ver terminadas las escenas, se graba la música, que fue creada con base en el argumento. En Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, sin embargo, Spielberg trabajó mano a mano con Williams. El guion y la música se realizaron simultáneamente y la música jugó un rol clave, no solo en la ambientación del filme, sino para crear el lenguaje con el que se comunicaban los extraterrestres y los seres humanos. Williams creó un motivo de cinco notas que fue utilizado durante el rodaje. El resto de la partitura es una mezcla de música sinfónica propia del romanticismo, el impresionismo y en algunos casos el dodecafonismo.
La marcha de Superman, película basada en el superhéroe de la DC Comics, quien fue encarnado por el actor Christopher Reeve, es otro de los grandes clásicos de Williams, quien grabó nuevamente junto a la Orquesta Sinfónica de Londres una partitura de más de dos horas de duración. En ellae desplegó una vez más su gran talento para la música sinfónica. El actor Christopher Reeve declaró en su momento lo siguiente en relación con la banda sonora creada por Williams: “Luego de un año y medio de rodaje, perdí la fe respecto a mi trabajo y a la película. Pero cuando fui a ver la primera sesión de grabación de la banda sonora creada por John Williams junto a la Orquesta Sinfónica de Londres y escuché la marcha que creó para los créditos iniciales, volví a creer y mis ánimos revivieron. Su banda sonora para la película es perfecta y será por siempre un clásico”.
El director Richard Donner también cuenta una anécdota respecto al día en que grabaron la marcha del superhéroe. “Apenas la escuché, quedé extasiado. Le estropeé varias tomas y salí a gritarle “eres un genio, un genio”. La música era tan apropiada para la película que si pones atención, cuando aparece en los créditos Superman y suena el tema principal de fondo, te darás cuenta que la melodía dice literalmente el nombre”.
Después de su brillante trabajo en Superman, Williams se unió al nuevo de proyecto de Steven Spielberg, la película 1941, una comedia que retrata el pánico que siente la población de Los Ángeles por miedo a un ataque de los japoneses, luego de lo sucedido en Pearl Harbor, durante la Segunda Guerra Mundial. La marcha principal de la banda sonora creada por el neoyorquino para esta producción es la composición favorita de Spielberg de todo su repertorio, según ha declarado en varias ocasiones.
En 1981, Williams compuso la marcha de los cazadores del arca perdida, tema que identifica a Indiana Jones, el héroe aventurero que va por el mundo en busca de reliquias antiguas, encarnado por Harrison Ford. Para la primera película de la serie, Los Cazadores del Arca Perdida, la grabación de la banda sonora original fue realizada por la Orquesta Sinfónica de Londres, nuevamente con Maurice Murphy interpretando la trompeta principal. Una vez más, Williams fue nominado a un premio Óscar y al BAFTA por este trabajo y obtuvo un gramófono en los Grammy. Esta exitosa producción ideada por George Lucas y dirigida por Steven Spielberg se convirtió en una de las grandes franquicias del cine y se realizaron tres películas más, dos durante los años 80 y la más reciente en 2008. En todas, por supuesto, la música original fue obra del maestro Williams.
En 1982, Spielberg realizó E.T. El Extraterrestre, otra cinta de ciencia ficción en la que seres de otro planeta invaden la tierra y se enfrentan a los humanos. En este caso, la historia se centra en la amistad que entablan un niño de 10 años llamado Elliott y un extraterrestre que fue abandonado por equivocación por su familia. La música creada por John Williams acompaña de forma adecuada las escenas en que no hay diálogos y principalmente dota de belleza al espíritu de la película que retrata la inocencia de la niñez y el significado de la amistad. El tema que ambienta la escena más recordada de esta película, en la que E.T. y Elliott vuelan en una bicicleta, es apoteósico. El neoyorquino obtuvo por tercera y última vez los tres grandes galardones: Óscar, Globo de Oro y BAFTA en la categoría de Mejor Banda Sonora Original, además de tres Grammys.
Luego del éxito obtenido con E.T., John Williams trabajó en la última película de la primera trilogía de Star Wars, El Retorno del Jedi, estrenada en 1983. Un año después compuso la partitura de Indiana Jones y el Templo Maldito, segunda cinta de la saga protagonizada por Harrison Ford, y en 1987 creó la música de El Imperio del Sol, una película de su socio Steven Spielberg, basada en la novela homónima del escritor inglés J. G. Ballard. El filme narra la historia de Jim Graham, un niño proveniente de una familia rica en el Reino Unido que vive en Shanghái y termina convirtiéndose en prisionero de guerra en un campo de concentración japonés, durante la Segunda Guerra Mundial. Dicho trabajo lo hizo merecedor del premio BAFTA y de sendas nominaciones en los Óscar, Globo de Oro y Grammy. En esa partitura Williams combinó temas suaves con otros dramáticos.
Dos años después, en 1989, John Williams compuso la música original para otra película relacionada con la guerra: Nacido el 4 de Julio, producción de Oliver Stone sobre la guerra de Vietnam. Tres años atrás, el cineasta había obtenido varios galardones por Platoon, otra cinta relacionada con dicho conflicto bélico, y en esa ocasión se basó en la autobiografía escrita por Ron Kovic, un veterano de la guerra de Vietnam que quedó parapléjico en el campo de batalla y luego se convirtió en activista. El personaje fue interpretado por Tom Cruise, quien fue nominado a un premio Óscar por su actuación, y John Williams creó una partitura solemne, centrada en la lucha que vive el protagonista.
En 1990, el neoyorquino compuso la banda sonora original de la comedia familiar navideña Mi Pobre Angelito, una producción de John Hughes, dirigida por Chris Columbus, estrenada en 1990 y protagonizada por Macaulay Culkin, Joe Pesci y Daniel Stern. Williams tomó como referencia la navidad para componer dicha partitura que está impregnada de melodías en tono de villancico. La instrumentación de varios temas está claramente inspirada en el ballet ‘Cascanueces’ de Tchaikovsky. Prueba de ello es el uso de la celesta para la interpretación del tema central. El compositor fue nominado nuevamente al premio Óscar en la categoría de Mejor Banda Sonora Original, por cuenta de este trabajo, pero también fue postulado a Mejor Canción por el villancico “Somewhere in my Memory”, para el cual escribió la letra el reconocido Leslie Bricusse.
Así inició la década de los 90 para Williams, quien tuvo un nivel de producción muy alto a lo largo de su trayectoria. En 1991 el compositor creó la banda sonora original de Hook, otra película del género infantil, dirigida por su amigo y socio Steven Spielberg, basada en la leyenda de Peter Pan, quien fue encarnado por Robin Williams. En la partitura original de ese trabajo el neoyorquino conjugó lo épico y lo humorístico para ambientar el mundo de ensueño en el que se desarrolla la acción.
En ese mismo año, Williams compuso la banda sonora original de JFK, una producción de Oliver Stone que examina con lujo de detalles, casi a modo de documental, los hechos y personajes que rodearon el asesinato del presidente Kennedy. En esta nueva colaboración de Williams con Stone, el neoyorquino creó una partitura un poco más densa y compleja que en Nacido el 4 de Julio, dada la textura y el carácter argumentativo de la producción. Nuevamente sobresale en el tema principal un solo de trompeta, un instrumento que el compositor ha sabido aprovechar de la mejor manera para dotar de grandeza a sus creaciones.
En 1992, el neoyorquino trabajó en Un horizonte lejano, producción de Ron Howard protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman, quienes eran esposos en ese entonces. Dicho filme, que se desarrolla en la última década del siglo XIX, narra la historia de dos jóvenes irlandeses que se van a Estados Unidos en busca de un mejor futuro, pero deben lidiar con varios obstáculos para lograr llevar una vida estable. Williams incluyó, dado el origen de los protagonistas, elementos de la música tradicional irlandesa y los mezcló con otros románticos y épicos propios de su estilo sinfónico. Esta combinación se desarrolla a lo largo del metraje y acompaña de manera acertada la acción del filme.
Un año después, Williams trabajó al lado de Steven Spielberg en dos películas sumamente exitosas y aclamadas por la crítica: Jurassic Park y La lista de Schindler. La primera fue estrenada a mediados de aquel 1993, y marcó un hito en su momento por llevar a la pantalla grande a los dinosaurios. Para ello Spielberg trabajó de la mano con un equipo de animadores para hacer de la experiencia lo más realista posible y el resultado fue excelente, tanto así que la película obtuvo tres premios Óscar y un premio BAFTA en la categoría de Mejores Efectos Especiales. El neoyorquino creó un poderoso tema sinfónico que sirve para resaltar la grandeza de estos animales que reinaron la tierra durante aproximadamente 65 millones de años. Esta banda sonora hizo merecedor a Williams de una nominación en los premios Grammy y, es, sin dudas, una de las más reconocidas y bellas de su amplio repertorio.
La otra película de ese año fue La Lista de Schindler, cinta en blanco y negro basada en la novela El Arca de Schindler del escritor australiano Thomas Keneally que narra la historia de Oskar Schindler, un empresario industrial alemán, miembro del partido Nazi, quien salvó la vida de más de un millar de judíos refugiados durante el Holocausto al darles empleo en sus fábricas. En este trabajo, uno de los más memorables y emotivos del repertorio del neoyorquino, la música contribuye a transmitirle a los espectadores un sentimiento de desolación e indignación por la crueldad y el horror que vivieron las víctimas del Holocausto.
La otra película de ese año fue
Dentro de la partitura no existe un tema o corte que identifique a alguno de los personajes sino que a nivel general la obra representa el dolor y sufrimiento del pueblo judío. Los solos de violín del reconocido intérprete de origen judío Itzhak Perlman, especialmente el del tema central, fueron claves para expresarlo. Dicho trabajo hizo merecedor al compositor de su quinto premio Óscar, su sexto BAFTA y su decimosexto Grammy.
Durante el segundo lustro de la década de los 90, Williams compuso las bandas sonoras de películas como Sabrina, de Sydney Pollack; Siete años en el Tíbet, de Jean-Jacques Annaud; El Mundo Perdido y Amistad de Steven Spielberg, trabajos no tan conocidos pero que le valieron varias nominaciones. En 1998, Spielberg volvió a adentrarse en la Segunda Guerra Mundial con la película Rescatando al Soldado Ryan, filme para el cual Williams compuso una partitura no muy extensa pero con un tema central, el himno a los caídos, muy destacado. Gracias a ese trabajo, el compositor obtuvo su premio Grammy número 17.
Un año después, Williams se unió nuevamente a George Lucas para musicalizar la primera película de la segunda trilogía de filmes de La Guerra de las Galaxias. Nuevamente el compositor trabajó junto a la prestigiosa Orquesta Sinfónica de Londres para la grabación de esta y las otras dos producciones, estrenadas en 2002 y 2005 respectivamente. Pero en ese mismo 1999, el neoyorquino creó otra banda sonora de alta carga dramática para Las Cenizas de Ángela, una película del británico Alan Parker basada en el libro de memorias homónimo escrito por Frank McCourt, un hombre que durante su niñez luchó por sobrevivir a la pobreza en Irlanda y sufrió el abandono de su padre, quien era alcohólico.
El siglo XXI inició por todo lo alto para Williams, pues compuso la música para Harry Potter y la Piedra Filosofal, la primera película de las adaptaciones cinematográficas de las novelas de fantasía de Harry Potter, escritas por la británica J.K. Rowling. La cinta fue estrenada en 2001 y dirigida por Chris Columbus, con quien Williams trabajó en las dos películas de Mi Pobre Angelito, una década atrás. El motivo que identifica a la Hedwig, la lechuza blanca amiga de Harry Potter, se convirtió en el tema central de toda la serie y también en uno de los más recordados del compositor. La partitura se sustenta en este tema y la música, de corte sinfónico, acompaña la acción y enfatiza a nivel melódico en lo enigmático y mágico que envuelve a la historia.
Williams fue nominado a un premio Grammy y al Óscar por este trabajo. Al año siguiente compuso la partitura de la segunda película y en 2004 la de la tercera, por la cual fue nominado al Óscar. Sin embargo, su apretada agenda le impidió continuar trabajando en los siguientes filmes de la saga, dejando eso sí, su sello e influencia para los compositores que se encargaron de musicalizarlos. Esta exitosa saga de la Warner Bros se convirtió a la postre en la mayor franquicia en la historia del cine.
Además de la saga de Harry Potter, el neoyorquino compuso la música original de la nueva trilogía de La Guerra de las Galaxias. De dichos trabajos, que si se comparan con los de la primera trilogía no son superiores, sobresalen dos temas. “El Duelo de los Destinos”, que apareció en el episodio I: La Amenaza Fantasma, y “Across the stars”, el tema de amor del episodio II: El Ataque de los Clones, que identifica al idilio que viven Anakin Skywalker y Padmé Amidala, reina del planeta Naboo.
En 2005, el compositor creó la banda sonora original de Memorias de una geisha, cinta dirigida por Rob Marshall y producida por Steven Spielberg, que fue basada en la novela homónima del escritor estadounidense Arthur Golden. Esta cinta narra la vida de una geisha que luego de ser vendida cuando era niña y de tener que someterse a un cruel trato, es rescatada por un hombre influyente que la convierte en una de las geishas más privilegiadas de Kyoto, en Japón.
Williams creó una partitura muy emotiva para esta producción y contó con los reconocidos Yo-Yo Ma e Itzhak Perlman para los solos de violonchelo y violín, respectivamente. Además de los invitados de lujo, en este trabajo sobresale el uso de instrumentación tradicional japonesa para ambientar las escenas más sombrías de la película. El tema que identifica a la protagonista, Sayuri, es refinado en su orquestación e intenso a nivel dramático.
Este trabajo le valió a John Williams su séptimo BAFTA, su decimonoveno Grammy y su cuarto Globo de Oro, convirtiéndolo en el máximo ganador de la historia en este certamen junto al ruso Dimitri Tiomkin. En los Óscar no pudo conseguir la sexta estatuilla dorada, pues el argentino Gustavo Santaolalla se la llevó por su trabajo en Secreto en la Montaña. Otra banda sonora del neoyorquino que compitió por los grandes premios de ese año fue Múnich, cinta dirigida por Steven Spielberg que retrata los hechos ocurridos durante los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, cuando atletas del equipo de Israel fueron secuestrados y asesinados por un grupo terrorista palestino.
Durante el primer lustro del siglo XXI, además de sus trabajos en las sagas de Harry Potter y Star Wars, John Williams compuso bandas sonoras para películas de su socio y amigo Steven Spielberg. Inteligencia Artificial, Atrápame si puedes, Minority Report, La terminal y La guerra de los mundos. Entre 2006 y 2011 solamente realizó tres bandas sonoras, la de la cuarta película de la saga de Indiana Jones y Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio y Caballo de Guerra, todas producciones de Spielberg.
Sin embargo, la cantidad no significa calidad. Williams obtuvo un premio Grammy por el corte “Las aventuras de Mutt”, de la banda sonora original de Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, el número 21 de su carrera. Y fue nominado en los Globos de Oro, BAFTA y Óscar por Caballo de Guerra, además de tener otra nominación en los premios de la Academia, la número 47 en su historial, por Las aventuras de Tintín. Esto solo demuestra que el compositor, hoy, a sus 80 años, sigue vigente y sus obras son de un nivel extraordinario.
Cabe recordar que además de su labor en el mundo del cine, Williams fue director titular de la orquesta Boston Pops Orchestra entre 1980 y 1993. Compuso obras concertistas entre las que se encuentran una sinfonía y conciertos para corno, trompeta y fagot. También creó un paquete de temas de entrada de noticieros de la cadena NBC y en cuatro oportunidades ha creado el tema central de los Juegos Olímpicos. Escribió el de Los Ángeles 1984, Seúl 1988, Atlanta 1996, todos estos de verano, y de los juegos de invierno celebrados en Salt Lake City, en 2002.
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